Atendiendo a la guerra comercial, el pasado domingo ha entrado en vigor la aplicación de los nuevos aranceles entre China y Estados Unidos, los cuales han supuesto un jarro de agua fría en cuanto a las conversaciones comerciales, y ha propiciado un incremento de la aversión al riesgo en los mercados.
Las diferencias comerciales entre estos países persisten y la situación empeora por momentos. Dadas las importantes repercusiones que supondría un escenario de confrontación total, ambas partes están tendiendo a suavizar su postura, pero aún con todo y con eso, a partir del 1 de septiembre 125 mm de dólares de productos chinos tienen un arancel adicional del 5% y se sumarán 175 mm a partir del día 15.
Este continuo tira y afloja se está dejando notar en la evolución de ambas economías. La rentabilidad del 30 años americano cae por primera vez por debajo del 2%. El PIB de Estados Unidos para el segundo trimestre cayó del 3,1% del primer trimestre al 2,0% en el segundo trimestre, lo que supone una importante desaceleración de la economía americana, la cual comienza a verse seriamente afectada por el conflicto comercial, y donde la Reserva Federal deberá actuar en el corto plazo para sostener y suavizar una posible recesión en los próximos cuatrimestres.
Los datos de China nos daban una de cal y otra de arena, pues aunque el PMI de servicios repuntaba, el PMI manufacturero cedía ligeramente. Los indicadores adelantados de la industria señalan un menor crecimiento que en el pasado, y las autoridades reconocieron que se necesitarán arduos esfuerzos para cumplir con la meta propuesta para el 2019. Podríamos pensar que la demanda externa es la culpable de este retroceso, pero la demanda interna tampoco está siendo el salvavidas que se esperaba. El PIB frenó hasta 6,2% a. 2trim2019.