Christine Lagarde se estrena con optimismo al frente del BCE, inaugurando así la era post Draghi y anunciando una revisión de su estrategia para antes de finales de 2020. La cita del BCE no deparaba grandes sorpresas, pues la reunión se caracterizó por una continuación de la hoja de ruta marcada por Mario Draghi: los tipos de interés se mantendrán o incluso se reducirán hasta que las perspectivas de inflación converjan sólidamente a un nivel suficientemente cercano al 2%, aunque sin superarlo.

Respecto al mercado monetario, los consejeros de BCE se plantean que haya cambios en los tipos si en el 2020 no hay sobresaltos, y se muestran optimistas con que la inflación y los tipos vuelvan a subir, aunque llevará un tiempo. También sopesan los efectos de los tipos negativos, cuyos perjuicios sobre el sistema bancario, financiero y de pensiones, habría que considerar.

En la rueda de prensa, la nueva presidenta comentaba que se percibía una ligera mejoría en la economía de la Eurozona, si bien los sesgos siguen orientados a la baja.

Al otro lado del Atlántico, Jerome Powell y la FED mantienen los tipos de interés sin cambios, dejando la puerta abierta a un aumento de los mismos siempre y cuando se produzca un aumento significativo y persistente de la inflación.