El optimismo general de los mercados, provocado entre otros motivos por los buenos resultados empresariales, se ha visto truncado por el dato de empleo americano, que mostraba una fuerte debilidad para reponerse al impacto de la crisis del Covid-19. Este hecho también ha provocado fuertes bajadas en los principales índices.

El pasado domingo, el número de fallecimientos por coronavirus en EE.UU. superaba los 1.000 por tercer día consecutivo. Bajo este contexto, ya empiezan a oírse voces entorno a la posibilidad de que la FED extienda la duración de su programa de compra de bonos, ya que el acuerdo rápido para un nuevo paquete de estímulo fiscal es muy necesario. El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, dijo el domingo que los republicanos de la Casa Blanca y el Senado están alineados en un nuevo paquete de alivio por la crisis del coronavirus después de que el Senado retrasará dicho lanzamiento el pasado viernes, pero se espera una nueva ronda de asistencia económica en los próximos días.

Por otra parte, no podemos dejar de lado el rebrote de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, la respuesta del país asiático contra EE.UU. no se hizo esperar y el domingo se anunciaba el cierre de uno de los cinco consulados norteamericanos.

A todo lo demás, se unen al otro lado del Atlántico unos débiles datos macro, como el aumento de las peticiones de subsidios por desempleo, que sorprendía tras una tendencia muy positiva que nos había ido confirmando la buena senda de la recuperación económica. Sin embargo, la vuelta atrás en algunos estados como consecuencia de la mala evolución en el frente sanitario pone en riesgo esta recuperación y posiblemente veamos datos negativos de julio que se irán publicando a lo largo del mes de agosto.