A lo largo de la semana pasada se han escuchado varios discursos de los bancos centrales donde se reaccionaba a unos datos de inflación nunca antes vistos. A pesar de que estos datos son los esperados, algunos miembros relevantes de cada uno de los bancos centrales han expresado cierta sorpresa ante lo elevado de los mismos.
Por un lado, la inflación en la Eurozona alcanza el nivel más alto de los últimos 13 años. No por esperado el dato deja de sorprender, ya que en el mes de septiembre la inflación alcanza el 3.4%, en línea con las estimaciones, que se encuentran entre el 3.3% y el 3.5%. La inflación, excluyendo alimentación y energía, alcanzaba el 1.9%. En Alemania, este repunte es todavía más representativo, ya que se ha alcanzado el nivel más alto de los últimos 29 años, el 4.1%.
En principio, el Banco Central Europeo sigue manteniendo el discurso de la transitoriedad, al igual que la mayoría de los bancos centrales, y todo esto cuando todavía se espera un repunte adicional antes de final de año para moderarse a lo largo del 2022, aunque están surgiendo varias voces que no le dan tanto carácter de transitoriedad.
Después de las comparecencias de la semana pasada en el foro anual de política monetaria celebrado en Sintra, esta semana también se esperan bastantes discursos por parte del BCE. Además, el jueves se publicarán las actas de la reunión de septiembre. En dicha reunión, el Consejo de Gobierno decidía ralentizar las compras en el marco del PEPP, a un ritmo de compras netas de activos moderadamente más bajo que en los dos trimestres anteriores. Los analistas nos advierten que habrá que estar atentos a como se perfila el debate en el seno del Consejo y ver en diciembre las decisiones que finalmente se toman.
Dentro del Eurogrupo, esta semana se debatirá sobre los precios de la energía y la evolución macroeconómica, si bien no se espera una respuesta centralizada por parte de los diferentes gobiernos. La mayoría de ellos ya han intervenido sobre este hecho y van a aplicar diferentes políticas para amortiguar el impacto de la escalada energética, con una combinación de recortes de impuestos como por ejemplo es el caso de España o límites en los precios, como en Francia.
En Estados Unidos el índice PCE, que es el seguido por la FED, alcanzó en agosto la mayor subida desde el año 1991, hasta el 4.3%, apoyado por unos datos de consumo que no flaquean. El propio Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, señalaba esta semana que seguían confiando en la transitoriedad de los cuellos de botella que se están formando en el lado de la oferta por los problemas generados en las cadenas de producción. Aun así, también ha reconocido que se han visto sorprendidos por el nivel alcanzado.
Posiblemente el Banco Central de Inglaterra sea el primero en haber mostrado una mayor preocupación por la senda de los precios cuya alza podría alcanzar el 6% durante los próximos meses fruto del desabastecimiento y de la presión salarial que empieza a ser sustancial.