El FOMC y el BCE continúan haciendo hincapié en la incertidumbre sobre la economía mundial y los diferentes factores que continuarán deteriorando la misma. Respecto al BCE, observamos que no tocará ni aplicará mayores medidas en los próximos meses, aunque es posible que la Reserva Federal reduzca una vez más los tipos de interés antes del cierre de año.
La tensión mundial aumentaba por la OMC y la autorización a EEUU para que se impongan aranceles a los productos europeos por valor de 7.500 millones de euros, como consecuencia de las subvenciones ilegales a Airbus. En la práctica, estos nuevos aranceles entrarán en vigor el 18 de octubre y se anuncian represalias desde Bruselas.
Los nuevos aranceles se van a imponer en el sector agroalimentario, de ahí que Francia haya sido el país más hostil en su postura. Por su parte, Alemania, con la nueva negociación con EEUU sobre el sector del automóvil se ha mantenido en un discreto segundo plano. En EEUU caían los ISM del sector manufacturero y servicios. El deterioro de los nuevos pedidos y el empleo es notable y las tensiones comerciales se están dejando notar.
En Europa, y concretamente en Alemania, continúan incrementándose las tensiones en relación a la producción manufacturera, la cual está comenzando a lastrar al sector servicios y situando a los PMI´s compuestos en terreno negativo. Esta situación conllevaría la entrada en recesión de la economía alemana y, por consiguiente, del conjunto de la eurozona. Por dichos motivos, las medidas de estímulo fiscal no deberían retrasarse en el tiempo y como ha recalcado vehementemente Mario Draghi y ciertos miembros del Banco Central Europeo, estas medidas deberían comenzar a aplicarse en el corto plazo, dado que, a pesar de los estímulos del BCE, los hogares han comenzado a incrementar sus niveles de ahorro y reducir el consumo.