Cerrábamos la semana con el dato de inflación de Estados Unidos, que resultaba superior al nivel esperado por el mercado, detonando gran volumen de ventas en los mercados de renta fija y variable. Este dato confirma la sospecha de que la presión inflacionista va a ser más persistente de lo que se había descontado a principios de enero.
El deflactor de consumo privado (PCE), una de las referencias más seguidas por la Reserva Federal, se aceleró en enero al 5,4%, en comparación al dato anterior del 5,3% y la subyacente subió al 4,7% interanual, frente a una caída esperada al 4,3%. Estos datos permitirían a la FED aumentar más y durante más tiempo los tipos de interés y además vuelven a presionar a la FED para mantenerse en una posición agresiva con un tipo terminal más elevado de lo previsto inicialmente. Por tanto, el mercado ya descuenta tres subidas para los meses de marzo, mayo y junio, situando la tasa terminal al 5.40%.
Las actas de la última reunión de la entidad recogían la intención de algunos de sus miembros de haber mantenido la senda de los 50 pbs en enero. Al final, la persistencia de una inflación elevada empieza a reactivar el debate sobre la predisposición de la FED a modificar el objetivo de inflación del 2%. El inicio del proceso “desinflacionista” anunciado por Powell, y no recogido en las actas, tras la última reunión de enero no va a ser tan sencillo como estimó el mercado a principios de año.